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Para no sufrir desencantos personales, hoy la universidad a nivel individual debe verse por el aspirante como un medio útil para alcanzar el desarrollo humano integral, donde las exigencias en materia de formación son mayores, lo que supone estar profesionalmente bien formado y educado desde temprano en valores para cimentar metas individuales más profundas con dimensiones sociales y culturales que contemplen la importancia y necesidad del servicio solidario, del respeto por el medio ambiente y de la importancia de la ciencia y el arte, para el ejercicio profesional en un mercado competido.
En las nuevas circunstancias cuando las metas del egresado deben superar la dimensión individual relacionada con aspiraciones personales de poder socio-económico, el reto institucional es mucho mayor, pues además de instruir la universidad debe formar en profesiones y disciplinas para que el egresado sea actor del cambio social y tenga potencial para desarrollar su capacidad efectiva de contribuir al progreso de la Nación.
De ahí la importancia de cualificar la institución universitaria para que logre ser fuerte en investigación, crítica en el pensamiento, propositiva en el cambio y educadora en el ser, para formar ciudadanos éticos, comprometidos, responsables y competentes, pero también la necesidad de crear una cultura universitaria en medio de un palpitante clima cultural y científico, pues sin una vida académica vibrante no siempre la universidad pasará dejando huella por todos los que la asisten, ni la universidad podrá alimentarse de los elementos necesarios para conocer e interpretar el objeto final de su misión.
Editorial de la Circular RAC 550: formación de egresados como actores del cambio social
Por considerarlo de interés para nuestros lectores, replicamos el editorial escrito por el profesor Gonzalo Duque Escobar aparecido en la Circular 550 de la RAC, enviada el 12 de febrero de 2010 por el maestro Antonio Bernal González. |
Apreciados amigos de la astronomía:
A pesar del protagonismo del conocimiento como factor de producción, en virtud de la expansión del sistema de educación superior que viene dándose desde los años 60 y 70, la universidad ya no es un simple medio útil para escalar socialmente y tener éxito económico a nivel individual. A pesar de la ruptura para la continuidad existente en el tránsito de los alumnos que concluyen la secundaria y no pueden acceder a la educación superior, sobre todo por barreras geográficas o económicas, gracias a la creciente democratización del acceso a una carrera y a la creciente necesidad de especialización, el ejercicio profesional puede traer hoy desengaños para no pocos de quienes logren graduarse y no estén competentemente formados.
Para no sufrir desencantos personales, hoy la universidad a nivel individual debe verse por el aspirante como un medio útil para alcanzar el desarrollo humano integral, donde las exigencias en materia de formación son mayores, lo que supone estar profesionalmente bien formado y educado desde temprano en valores para cimentar metas individuales más profundas con dimensiones sociales y culturales que contemplen la importancia y necesidad del servicio solidario, del respeto por el medio ambiente y de la importancia de la ciencia y el arte, para el ejercicio profesional en un mercado competido.
En las nuevas circunstancias cuando las metas del egresado deben superar la dimensión individual relacionada con aspiraciones personales de poder socio-económico, el reto institucional es mucho mayor, pues además de instruir la universidad debe formar en profesiones y disciplinas para que el egresado sea actor del cambio social y tenga potencial para desarrollar su capacidad efectiva de contribuir al progreso de la Nación.
De ahí la importancia de cualificar la institución universitaria para que logre ser fuerte en investigación, crítica en el pensamiento, propositiva en el cambio y educadora en el ser, para formar ciudadanos éticos, comprometidos, responsables y competentes, pero también la necesidad de crear una cultura universitaria en medio de un palpitante clima cultural y científico, pues sin una vida académica vibrante no siempre la universidad pasará dejando huella por todos los que la asisten, ni la universidad podrá alimentarse de los elementos necesarios para conocer e interpretar el objeto final de su misión.
Desde el OAM, Gonzalo Duque-Escobar
http://www.manizales.unal.edu.co/oam_manizales/
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Si encontramos la respuesta (la teoría unificada), este sería el triunfo final de la razón humana porque conoceríamos la mente de Dios.
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